domingo, 19 de diciembre de 2010

¿Herramientas para ejercer nuestros derechos como ciudadanos o herramientas del Mercado?


Los pibes tienen que laburar. Sí. El Dios Mercado espera con los brazos abiertos a las nuevas generaciones "proactivas, con ganas de progresar, bla-bla-bla". Modelos estereotipos y estándar, casi mecánicos, tienen su lugar en el cielo mercantil. Algo difícil de cuestionar en estos tiempos, donde a los 30-40 años uno ya es "viejo".
Pues bien, este post tiene su origen en el sorpresivo cambio del plan de estudios en la Facultad de Ciencias Sociales. Todo cambio tiene un fin, un objetivo, y la pregunta con la que comenzamos tiene que ver con ello: ¿Cuál es la finalidad de este cambio? ¿Por qué los estudiantes se enteraron de la "charla" que se realizó sobre este tema luego de finalizada la misma? ¿A qué se apunta: a una formación académica que premita a los estudiantes formarse como ciudadanos para desarrollar un rol social lo mejor posible? O bien, ¿Se apunta a "capacitar" a los nuevos educandos para entrar al cruel mercado laboral?
¡Cuidado! ¡Deben se´ lo´ gorila deben se´! No. Calma: ningún gorila se acerca. La pregunta arriba formulada puede parecer sarmientina-gorila-borgeana-oligarca-ilustrada-sesgada. A alguno quizás le suene como una propuesta utópica, una teoría crítica adorno&horheimerkiana. Lo mismo el título. Pero no. A ver, cambiémosla juntos: ¿Cuál es el objetivo del cambio, qué se prioriza de las dos posibilidades antes mencionadas, qué se pierde y qué se gana?
Por supuesto que este planteo no quiere pecar de reduccionista: es muy necesario tanto la teoría como la técnica-práctica, y también sabemos que lo que se ha hecho con el plan de estudios no supone la supresión de una u otra arista. La cuestión pasa por saber a dónde vamos y a qué apuntamos con este nuevo programa, qué diferencias habrá en la formación de las nuevas y de las actuales camadas estudiantiles en cuanto a formación se trate.
Estaríamos muy gustosos de que alguien nos esclarezca la situación. Hasta ahora, las respuestas que obtuvimos sólo tendían a "tranquilizar" ánimos que, por cierto, nunca se turbaron. La cuestión es la siguiente: los estudiantes tenemos derecho a saber de qué trata el nuevo plan de estudios, por qué se hizo, a qué apunta, cómo será el proceso de cambio de lo viejo a lo nuevo. La reunión clandestina que se realizó en la Facultad sobre este tema más las explicaciones con intenciones tranquilizadoras -burocracia pura: si te computamos esto, te computamos lo otro, porque esto te equivale a aquello, eso es lo único que importa, quedate tranquilo: no vas a tener que cursar más materias de las que estaban establecidas...- nos incita a querer saber, a querer escuchar la voz oficial y que sea recibida por todo el estudiantado. El mundo en el que nos movemos, ínfimo, microscópico, nos dice que pocos se enteraron de la reunión y que, aquellos que se enteraron, fue por medio de una comunicación personalizada (por ejemplo una llamada al celular), pero nadie vio un comunicado oficial.
Volvamos al título que, como dijimos, no quiere ser reduccionista: estaríamos haciendo un análisis indigno de ser leído. Todos sabemos que la enseñanza, en su gran parte, se dedica a preparar a los estudiantes para entrar en el mercado. Y también está la otra parte, la que le da conocimiento para desempeñarse en la vida social. Se hizo un cambio en el plan de estudios, como ya dijimos, de manera sigilosa, lo que no dice nada, o sí: que no se quiere comunicar.
Este planteo no es ni una ocurrencia ni un delirio. Se basa en la respuesta que obtuvimos de algunos docentes de nuestra querida Facultad: el argumento central fue que "los pibes hoy necesitan poder entrar a laburar cuando estén en tercer o cuarto año de carrera".
Creemos que ningún estudiante puede conformarse con explicaciones tan insuficientes.
Reiteramos el pedido. Si alguno siente la misma inquietud, se puede sumar: ¿Qué pasó, que pasa y qué pasará con el nuevo plan de estudios? ¿En qué consiste? Lo burocrático nos quedó claro: falta la otra parte.

martes, 14 de diciembre de 2010

Plager retorna al Olimpo

El cielo estaba límpido, el sol brillaba con despiadada intensidad en el cenit. Los mortales, inconscientes, realizaban sus labores normales. En el ERU sabíamos que hoy sería un día negro. Pero decidimos no quedarnos impávidos. El último día de Jaime Plager en la UNLZ, debía ser el día en que fuéramos a decirle lo mucho que apreciamos sus clases titánicas. Agradecerle que, cual Prometeo llevándole el fuego del Olimpo a los mortales, nos brindase por un cuatrimeste las llamas de su conocimiento filosófico. En cualquier caso, a Plager no le sucedería jamás lo que a Prometeo: si algún Zeus se hiciera el loquito con Jaime, si dudas terminaría con un calzón chino que no lo dejaría con la voz aguda por eones.
Llegamos a la UNLZ y esperamos frente al aula A junto a Paquita la Del Barrio, una fanática de Jaime que pertenece a un grupo de mujeres adeptas al gran filósofo llamadas "Metaphysus". En dicha aula, los últimos mortales estaban enfrentando su destino filosófico frente al gran Jaime y sus sofistas. Al mediodía el último de ellos había salido -no sabemos si victorioso o condenado al Hades- y luego de unos segundos de expectativa Plager apareció, con su caminar característico. Nos levantamos ipso facto -excepto Sophrosyne, ya que su autocontrol, o su panchedad, lo hace ser más mensurado- y caminamos detrás del olímpico. Aquí es donde Paquita la Del Barrio mostró destreza y valentía, ya que se adelantó al resto de nosotros en una caminata feroz y le cerró el paso a Jaime, que se dirigía al filomóvil para partir y nunca más regresar a la UNLZ. Tal vez haya sido mejor así. Si hubiese ido uno de nosotros, quizá nos habría fulminado con un rayo. Pero Paquita era mujer, y Jaime se compadecería. Y fue así. Al poco tiempo la alcanzamos, ella ya le había comentado a Jaime que había sido profesor nuestro, y sin mediar más explicación lo invitó a un café. Silencio breve. Expectativa.
-No,
Lógico. Desilusión. Los sofistas que aguardaban entrar al filomóvil estaban desconcertados ¿Quiénes eran estos muchachos extraños que aparecían de la nada y saludaban al Gran Filósofo?
-me tengo que ir, tengo que llevar a toda esta gente.
Claro. No importa, nuestro cometido estaba cumplido. Después de eso balbuceamos unas cuantas palabras elogiando torpemente sus clases, su conocimiento y como nos había marcado.
- Un poco de contaminación de mi parte.
Fue allí cuando hizo aparición un profesor de filosofía, Gustavo Romero, con quien habíamos hablado vía facebook y que fue quien le mostró a Jaime nuestro blog. Al darse cuenta que éramos el ERU, le comentó a Plager. Sonrisa, casi cómplice. Completamente cómplice, tal vez.
Si alguna vez alguno de nosotros recibiera algo así como un premio Nobel -cosa por demás improbable- o algún otro reconocimiento semejante, no nos sentiríamos tan reconocidos como hoy cuando Plager elogió nuestra escritura y nos instó a seguir con el blog.
- Sigan publicando infundios, escriben bastante bien.
Detrás de la coraza de dios, Jaime resultó ser afable y accesible. Nos contó que se reía de nuestras publicaciones, halago divino. A Plager le propusieron seguir dando clases en la facultad, pero sólo le pensaban pagar un 40% del sueldo, ¿Bastante poco para tan gran profesor, no?
Su despedida no pudo ser más elocuente. El broche de oro: se subió a su auto y ordenó: Sofistas, ¡Al filomóvil! Arrancó, detrás de sí dejó el silencio aturdidor de la ausencia. Pero el atronador rugido de cientos de estudiantes que aprendieron filosofía, y de verdad. De quienes golpeó con su martillo nietzschiano destruyendo moldes.
¡Adiós Jaime Plager! Pensamos entre admirados y algo nostálgicos. Lo que creíamos se convirtió en perogrullada: Jaime Plager es un groso.

Comentá, maestro