lunes, 18 de noviembre de 2013

Elecciones en la UNLZ o de cómo elegir empresa para el Viaje de Egresados

La campaña de este año fue particular. Para empezar, la estandarización de propuestas fue evidente. Todos coinciden en lo que quieren para los estudiantes pero todos se pelean. Luego, las discusiones infantiles que se suscitaron, con denuncias cruzadas de todo tipo, llegando a grados de inverosimilitud siderales. Para continuar, la paranoia de muchos estudiantes que se sentían perseguidos por las agrupaciones o que ante cualquier chispa de crítica, comenzaban a pelearse para defender o para desmerecer a tal o cual organización. Sobraron también discursitos armados de militantes que hacían excesivo hincapié en los sentimientos, emociones y pasiones. Tanta melosidad, constató el ERU, generó diabetes espontánea en algunos lectores distraídos.
Todos estos factores de alguna manera curiosa le sonaban familiares al ERU. Por un momento ya no nos sentimos en una Universidad Nacional, no sentimos que se diera un debate sobre un modelo de facultad, ni una elección democrática donde se pusieran en juego cuestiones profundas. No. Sentimos que estábamos ante algo mercantilista. Por momentos parecía que muchas agrupaciones aparentaban querer vendernos un producto o servicio. Por momentos se quebró la continuidad espacio/tiempo y volvimos a la secundaria, y en lugar de presidencia de Centro de Estudiantes teníamos que elegir una empresa para el Viaje de Egresados.

Último año del colegio.

Al igual que las empresas de turismo estudiantil, las agrupaciones nos ofrecen todas lo mismo: un viaje a Bariloche, diversión, comodidad por un lado; apertura horaria, cátedras paralelas, dirección por carreras en el otro. Pero, aunque el acuerdo es evidente, comienzan las peleas a la hora de elegir. Algunos dicen que Travel Rock es la mejor empresa, pero para otros son una manga de narcos y estafadores. Otro tanto se le achaca a Flecha Bus. Cuando llega la hora de las negociaciones, los estudiantes exacerban sus divisiones y sus conflictos previos, se enfrentan desmesuradamente y las discusiones poco productivas se suceden sin cesar. No prima el debate de por qué es mejor una u otra empresa, sino que la ocasión permite la batalla dialéctica de lo que durante el año está -más o menos- reprimido.
Las corporaciones por su parte intentan captar la voluntad de los estudiantes no centrándose en su capacidad de demostrar cuán eficiente es su servicio, sino con la aparición de coordinadores copados. Muchachos y muchachas facheros que se acercan a los alumnos, los invitan a fiestas, se hacen amigos, los seducen.
A medida que el momento de tomar una decisión se acerca, los estudiantes que están a favor de Travel o de Flecha, en su desesperación por ganar, terminan apelando a subterfugios pueriles. Las peleitas que finalizan con alguna muchachita sollozando; el encontronazo entre dos compañeros de curso que casi terminan a las piñas; el testimonio algo armado de quiénes conocen a alguien que ya viajó por la empresa y fue lo mejor que le pasó en la vida; y el infaltable discursito falso de alguno de los compañeros que dice que los quiere a todos y que busca el bien del grupo.
Por su parte las empresas se mostrarán generosas con los chicos y les regalarán entradas a discotecas con barra libre, cenas, y apelan a mostrar cómo disfrutaron otros grupos antes que ellos del viaje a través de la empresa, antes que tratar de demostrar cómo se llevará a cabo esa realización y cómo se mejorará la experiencia.
Finalmente se llega a un resultado. Gana Travel o gana Flecha. Los ganadores quedan satisfechos, convulsionan de alegría, evitan las críticas tapándose los oídos y lanzando un estridente y poco humilde grito de victoria. Los perdedores se relamen las heridas. Por un lado satisfechos, después de todo, ellos también van a Bariloche.
El hechizo se quebró y nos encontramos de nuevo en el ilusorio presente. Entristecidos constatamos que la profundidad de lo que se discutía en las elecciones era del mismo nivel que la decisión de con que empresa viajar al sur. La pauperización del discurso y accionar político en la facultad es un tema inquietante que debería preocupar a los máximos representantes de las distintas agrupaciones estudiantiles. La juventud está redescubriendo la militancia, pero estas actitudes seguro que generan fuertes desilusiones en más de uno que pensaba meterse en política. A menos, claro, que ese sea el objetivo. Jugar sucio, mirarse el ombligo y que se queden sólo los que no teman tener los pantalones sucios.


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