sábado, 19 de diciembre de 2009
Esa mala palabra que empieza con S
martes, 15 de diciembre de 2009
El Alfé
- Pero usted qué se fumó, Pucho. ¿Cómo es eso de que hay un Alfé en la facultad?- Inquirí con pedante acento académico.
- Es cierto... me lo comentó la otra vuelta... antes de irse de mochilera a Sudán. Alfé... facultad... todos los lugares de la facultad... todos a la vez... jajaja.- Luego, Pucho fue incapaz de decirme nada más, ya que se durmió. Busqué la opinión de Sophrosyne, pero estaba en un rincón obscuro del bar, quebrando con elegancia. A mi las palabras de Pucho me despavilaron por completo, y mi pedo se desvaneció de inmediato.
Al día siguiente, cuando todos hubieron recobrado la conciencia, le recordé a Pucho sus palabras. Éste se incomodó por haber revelado el secreto de su antigua amiga, pero finalmente confesó que era cierto. Un lugar específico, donde uno miraba y a través de él veía absolutamente todos los rincones de la facultad, desde todos los ángulos. Todas las vivencias de alumnado de la UNLZ sociales, en ese misterioso punto. Una especie de Gran Hermano místico. Sophrosyne y yo insistimos en que debíamos buscar el Alfé, y al día siguiente comenzamos a revisar la facultad. Pero pese a extenuantes jornadas de intensiva búsqueda, las primeras dos semanas no hallamos el Alfé. Algo azorados ante la posibilidad de que la mochilera amiga de Pucho nos hubiese mentido, decidimos que el viernes por la noche sería el último día en que nos empeñaríamos en buscar el Alfé. Nos separamos, y fui a buscar en la planta alta. Me adentré en todos los salones -cuya ausencia de personas parecía gritarse sordamente-. Revisé, por último, desesperanzado, el aula 112, localizada en un lugar recóndito, desconocida para la mayoría de los alumnos. El intrin- cado pasillo que lleva allí, tal como dicha aula estaban sin iluminación, por lo que avancé a tientas. Entré en la desolada aula y caminé hasta casi el final; inesperadamente me tropecé con algo -no pude ver que era- y caí de bruces sobre el piso. Inusitadamente, se apareció ante mi. Una esfera brillante color verde esmeralda. Imposible sería para mi describir exactamente lo que vi, la vasta infinidad de experiencias estudiantiles unlzianas contenidas a lo largo de la historia de la facultad. Todas ellas desaguaron violenta y sincrónicamente en mi psiquis. Cada cosa era infinita, vista desde innumerables ángulos. Vi la primera promoción de unlz sociales; como se arrojaban huevos, harina y toda clase cosas pegajosas y que ensucian. Las manchas en el suelo nunca se lavaron y siguen vigentes hasta hoy día. Vi épocas remotas en la que los alumnos podían lavarse y secarse las manos en un mismo baño. Vi a todos los profesores, todos a la vez, dando cátedras y disertando unos con otros sin verse ni hablarse, de forma extemporánea. Vi a esos mismos profesores en altas horas de la noche, cuando ya no hay alumnos, haciendo fiestas locas re locas, con birra, droga y descontrol. Vi militantes de tiempos antiguos, dando una y otra vez materias de primer año sin lograr pasar, pero avanzando en su carrera política. Vi a algunos profesionales picarones chamuyarse a chiquillas universitarias. Vi miles y miles de impresiones de un diario que narra los sucesos de esta sociedad hipergorila. Cuando logré separarme del Alfé, sentí que había pasado horas delante de aquél punto misterioso (sin embargo, más tarde noté que sólo habían pasado unos pocos segundos), y acto seguido un tremendo dolor de cabeza me asaltó. Tropezando con los pupitres, salí jadeando del aula, y afuera me encontré con Pucho y Sophrosyne. "Me tropecé", les comenté, y se me cagaron de risa en la cara. Lo del Alfé me lo guardé para mi. Les diría que no encontré nada y que no valdría la pena seguir perdiendo el tiempo para buscarlo. Y dudo mucho que en tiempos futuros alguno de los pocos alumnos que visitan el aula 112 encuentren el Alfé, ya que la única forma de verlo es mirando en un recoveco con la forma de la cara de Jorge Rial en el ángulo izquierdo de la pared del fondo. Yo podría ir a visitarlo cuando quisiera, y ver las minitass de la facultad -tenemos la suerte que en la UNLZ sociales, chicas lindas sobran-, aunque ahora me convertí en un vouyeur de los grandes, tengo que ir al psicólogo.
PD: Estudiantes de letras o amantes de la buena literatura, por favor, eviten putearme.
lunes, 7 de diciembre de 2009
¿Mito o realidad?: El Borrico Detractor
Siglo XIX, Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Un estudiante destacado de periodismo, detallista y observador, distinguido del resto por su capacidad de análisis y su interés en el mismo, solía concurrir al establecimiento asiduamente por aquellos años. Tenía una profunda necesidad de exponer su pensamiento sobre la realidad, pero, tiempos difíciles aquellos, era un tema muy engorroso. La censura de las visiones parciales que no coincidían con el punto de vista dominante, era algo normal y aceptado por todos. Aquél, el disidente, era tomado como un subversivo, que debía agradecer a quienes impartían orden y justicia, en lugar de rebelarse. Ajetreado el muchacho, decidió crear un espacio público para poder expresar todo aquello que tenía dentro, para comunicar a sus colegas todo aquello que él veía, para de esa manera, por lo
menos, compartir las sensaciones con aquellas personas que así lo quisieran. Cansado de la "autopersecusión", decidió camuflarse bajo el anonimato, tras el nombre de "Borrico Detractor". De esta forma, comenzó exponiendo todo lo que sus compañeros veían, pero que ninguno decía, para preservar sus intereses personales. El Borrico, continuó a lo largo del tiempo manifestando su pensamiento puramente subjetivo y "engañador", sin filtro, tal como lo caracteriza. El Detractor no tenía conciencia del alcance de su medio, tanto es así que rápidamente se corrió la bola hasta que casi todo el estudiantado tuvo acceso a sus escritos. Esos textos, que, como dijimos líneas arriba, expresan un punto de vista subjetivo y "engañador", pero siempre dejando en libertad a quienes no esten de acuerdo con su opinión, sin más ánimo que expresar su pensamiento a la comunidad, sin deseo alguno de perturbar a los "líderes" de turno, sólo con el profundo anhelo de que su pensamiento disidente sea escuchado y planteado entre los miembros de la Facultad, que, en definitiva, es de todos. Pero no. Este estudiante era perseguido permanentemente por los dirigentes, por "revoltoso y conspirador". Hasta que un día, lo encontraron, y sin miramiento alguno, le comunicaron que su "periodismo detractor" había llegado a su fin. Sin otra opción, el estudiante optó por retirarse a pesar de contar con el apoyo de gran parte del estudiantado, despertando en aquellos una conciencia que hizo aflorar la necesidad de plantear dudas en aquello que hasta el momento era incuestionable. Entonces, un grupo de estudiantes, seguidor de este periodista, formó el Partido Borrico Detractorista (PBD) que contó con el apoyo de los estudiantes que habían sido despertados por Plager (si, en aquel momento ya daba clases) y de aquellos que sólo se divertían con las internas dirigenciales. Esto generó una gran preocupación en las demás agrupaciones políticas, por lo que algunas de ellas, las más poderosas, optaron por oprimir a la masa estudiantil que cada vez era más fuerte con tácticas
de distracción, como hermosas pinturas, bonitos cuadros y ricos mates. De esta manera logró reducir al grupo que había empezado a dar sus primeros pasos. Esa conciencia del estudiantado volvió nuevamente a construir el muro que limitaba su visión, dejando todas las ideas brillantes del Borrico a un lado, y sólo saludando a este estudiante con compasión y "cariño". El Borrico Detractor, resignado, decidió dejar un mensaje para reflexionar: "¿Qué es más importante, el poder o construir esto entre todos, por el bien común? Es Sabido que todos tenemos ideologías diferentes, pero, ¿Tanto es el temor, que no pueden ser escuchadas y debatidas?" Es normal que en esa época, haya ocurrido lo que ocurrió. Era moneda corriente observar ese tipo de actitudes. Ahora, en el Siglo XXI, ¿No debería poder manifestarse libremente el Borrico? Dejamos la pregunta, para que ustedes, lectores, opinen. No nos interesa hacer política, sólo somos unos muchachitos con espíritu flashero con un interés general por todo lo que ocurre, y la historia del Borrico (¿Mito o realidad?) no es la excepción. Participen, y que el cantero no tape el bosque.
Abrazo eruano.
jueves, 3 de diciembre de 2009
Medidas contra la Gripe "A"
Una de las versiones por la inexistencia de medidas preventivas que circulaba con más solidez entre el estudiantado era la llamada "Teoría del microclima". Los difusores de esta hipótesis, militantes del influyente y poderoso Partido Humanista, aseveran que "dadas las condiciones climáticas particulares de los campos unlzianos -donde se asientan todas las facultades- el virus de la gripe "A" H1N1 no puede prosperar, y se destruye ni bien ingresa dentro de los límites de la facultad. De esta forma, es imposible el contagio dentro del campus universitario, y de ahí la decisión de las autoridades de no mover un dedo para coordinar medidas, salvo el obligado receso adelantado de invierno". Sin embargo, nos pareció atinado no quedarnos simplemente con estas palabras, y corroborarlo nosotros mismos. Es por eso que contratamos un grupo especializado de investigación: Adam Savage y Jamie Hyneman, conocidos como "Los barbudos frikis de Mythbusters". Éstos enseguida pensaron una forma de comprobar si la teoría del microclima era cierta. En las canchas de fútbol, amontonaron kilos y kilos de c4, Napalm, y TNT, para luego hacerlo estallar todo. Después de la explosión, confirmaron que la teoría del microclima era un mito.
Sin embargo, nuestra innata desconfianza hacia el género humano nos hizo una vez más poner a prueba las afirmaciones del poder. Los Mythbusters, con un sencillo experimento, (arrojar a King-kong desde una enorme catapulta a través de los campos unlzianos) descubrieron que era falso que la gripe afectaba tan sólo a los Gorilas. La mentira desbordó el vaso de la decepción; había llegado la hora de confrontar a las autoridades, por lo que concertamos una cita con el Gran Director de la Facultad. Este hombre de cabellera negra hasta el suelo, pómulos rosados y abultados, alto y fornido nos recibió afablemente. En seguida fuimos al grano y le hicimos la incómoda pregunta: ¿Por qué no se tomaron medidas? El Gran Director nos miró con su mejor cara de póquer y luego de sonreir jovialmente respondió:
-Bueno chico', les voy a decir por qué.- La expectativa convirtió los pocos segundos que separaron una frase de otra en largos minutos- Es que si poníamos alcohol en gel por las instalaciones de la facultad, a algún loquito se le podría ocurrir tomárselo todo, ponerse bien en pedo y vociferar cosas desagradables sobre el status quo. Y si un alumno borrachito empieza a gritar cosas feas sobre nosotros, a los otros inconformistas se le podría ocurrir hacer otro tanto, jej. Es así, con el alcohol en medio, sólo hace falta una chispa para que se encienda el fuego de las revoluciones. En Francia pasó que un par de borrachitos de una taberna no tuvieron mejor idea que ir y tomar la Bastilla, pero porque estaban tan escabio que no sabían que hacían. Y bueno, ya saben como terminó todo después. Además, había que gastar guita del presupuesto, y tenemos prioridades: era el oneroso edificio para el nuevo rectorado o las medidas sanitarias, jej. Ademá' eso de la gripe... es todo un invento de los medios.
Sorprendidos por la confesión, le agradecimos al Gran Director por su amabilidad y nos marchamos. No había necesidad de corroborar nada, era perfectamente verosímil su versión: todo encajaba prolijamente. Una vez más, el E.R.U descubrió la verdadera verdad detrás de la verdad.