
Los pibes tienen que laburar. Sí. El Dios Mercado espera con los brazos abiertos a las nuevas generaciones "proactivas, con ganas de progresar, bla-bla-bla". Modelos estereotipos y estándar, casi mecánicos, tienen su lugar en el cielo mercantil. Algo difícil de cuestionar en estos tiempos, donde a los 30-40 años uno ya es "viejo".
Pues bien, este post tiene su origen en el sorpresivo cambio del plan de estudios en la Facultad de Ciencias Sociales. Todo cambio tiene un fin, un objetivo, y la pregunta con la que comenzamos tiene que ver con ello: ¿Cuál es la finalidad de este cambio? ¿Por qué los estudiantes se enteraron de la "charla" que se realizó sobre este tema luego de finalizada la misma? ¿A qué se apunta: a una formación académica que premita a los estudiantes formarse como ciudadanos para desarrollar un rol social lo mejor posible? O bien, ¿Se apunta a "capacitar" a los nuevos educandos para entrar al cruel mercado laboral?
¡Cuidado! ¡Deben se´ lo´ gorila deben se´! No. Calma: ningún gorila se acerca. La pregunta arriba formulada puede parecer sarmientina-gorila-borgeana-oligarca-ilustrada-sesgada. A alguno quizás le suene como una propuesta utópica, una teoría crítica adorno&horheimerkiana. Lo mismo el título. Pero no. A ver, cambiémosla juntos: ¿Cuál es el objetivo del cambio, qué se prioriza de las dos posibilidades antes mencionadas, qué se pierde y qué se gana?
Por supuesto que este planteo no quiere pecar de reduccionista: es muy necesario tanto la teoría como la técnica-práctica, y también sabemos que lo que se ha hecho con el plan de estudios no supone la supresión de una u otra arista. La cuestión pasa por saber a dónde vamos y a qué apuntamos con este nuevo programa, qué diferencias habrá en la formación de las nuevas y de las actuales camadas estudiantiles en cuanto a formación se trate.
Estaríamos muy gustosos de que alguien nos esclarezca la situación. Hasta ahora, las respuestas que obtuvimos sólo tendían a "tranquilizar" ánimos que, por cierto, nunca se turbaron. La cuestión es la siguiente: los estudiantes tenemos derecho a saber de qué trata el nuevo plan de estudios, por qué se hizo, a qué apunta, cómo será el proceso de cambio de lo viejo a lo nuevo. La reunión clandestina que se realizó en la Facultad sobre este tema más las explicaciones con intenciones tranquilizadoras -burocracia pura: si te computamos esto, te computamos lo otro, porque esto te equivale a aquello, eso es lo único que importa, quedate tranquilo: no vas a tener que cursar más materias de las que estaban establecidas...- nos incita a querer saber, a querer escuchar la voz oficial y que sea recibida por todo el estudiantado. El mundo en el que nos movemos, ínfimo, microscópico, nos dice que pocos se enteraron de la reunión y que, aquellos que se enteraron, fue por medio de una comunicación personalizada (por ejemplo una llamada al celular), pero nadie vio un comunicado oficial.
Volvamos al título que, como dijimos, no quiere ser reduccionista: estaríamos haciendo un análisis indigno de ser leído. Todos sabemos que la enseñanza, en su gran parte, se dedica a preparar a los estudiantes para entrar en el mercado. Y también está la otra parte, la que le da conocimiento para desempeñarse en la vida social. Se hizo un cambio en el plan de estudios, como ya dijimos, de manera sigilosa, lo que no dice nada, o sí: que no se quiere comunicar.
Este planteo no es ni una ocurrencia ni un delirio. Se basa en la respuesta que obtuvimos de algunos docentes de nuestra querida Facultad: el argumento central fue que "los pibes hoy necesitan poder entrar a laburar cuando estén en tercer o cuarto año de carrera".
Creemos que ningún estudiante puede conformarse con explicaciones tan insuficientes.
Reiteramos el pedido. Si alguno siente la misma inquietud, se puede sumar: ¿Qué pasó, que pasa y qué pasará con el nuevo plan de estudios? ¿En qué consiste? Lo burocrático nos quedó claro: falta la otra parte.