viernes, 16 de octubre de 2009

El E.R.U y su encuentro con el Ermitaño

Extraído de los anales del E.R.U. Basado en una historia real.

Parecía que iba a ser un martes como todos en la facultad (fantásticos, por tener clases con Plager). Concluida la primera mitad de la clase, decidimos durante el receso ir a investigar los vastos campos unlzianos. Caminamos, hasta dejar atrás el templo C, y todo rastro de civilización universitaria, en dirección hacia las canchas. En el camino, nos sorprendió que unas pequeñas aves nos miraban amenazadoramente desde el pasto. Eran lechuzas.
- La sorprendente fauna de la Facultad de Lomas.- Había comentado Sophrosine. Todos asentimos, pero continuamos nuestra travesía, adentrándonos más y más en territorio desconocido y yermo. No hicimos caso a los presagios de la naturaleza.
Continuamos nuestra marcha, mirando alrededor precavidamente. El silencio era opresivo, y parecía indicar una amenaza latente. Divisamos, no mucho más adelante, una especie de choza, un edificio misterioso. Nos preguntamos que sería, y proseguimos, insensatamente, hacia adelante. Aunque avanzamos con sigilo, una bestia con dientes y peluda (un pequeño perro), nos descubrió y comenzó a ladrarnos. Nos detuvimos en seco. Y fue así que ante nuestros ojos, apareció (quién sabe si surgió de la misma tierra, y el hecho de que su ropa estuviera desaseada parece reforzar esa idea) un hombre de aspecto extraño y desgreñado. Lo precedía un hedor a alcohol (quizá birra, quizá a fernet, aunque lo más probable, vino en cartón). Nos miró con curiosidad, como si fuera la primera vez en mucho tiempo que veía otros humanos. Lo saludamos amablemente. Cuando comenzó a hablar, nos llamó mucho la atención su mirada un tanto perdida y sus largas pausas, que dejaban inconclusa la frase a la par que en nosotros se producía cierta ansiedad. Nos dijo que si queríamos alquilar las canchas debíamos avisar en el departamento de deportes, y llevarle la autorización por escrito (extrañamente, mientras explicaba esto, extendió su mano derecha, haciendo que su pulgar frotara sus dedos índice y mayor. No comprendimos la seña). Nosotros le replicamos que sólo estábamos conociendo el lugar. Entonces, le brillaron los ojos, y empezó a quejarse de que como estaban construyendo el rectorado, ocupaban el gimnasio que había ahí detrás, como depósito. Queremos pensar que mientras nos contaba esto, algún insecto se le metió en el calzón, puesto que -sin intentar disimularlo- su mano rascaba furiosamente su ingle. Preferimos ni imaginar que es lo que estaría haciendo, si no se estaba rascando...
El tiempo seguía avanzando, el ermitaño seguía hablando, y nosotros sentíamos que la presencia de Plager estaba por volver al templo C. Era un largo trecho desde la casa del ermitaño hasta la Universidad. Aurum miraba nerviosamente su reloj, hasta que no se pudo contener, y se excusó con el extraño, diciéndole que teníamos que volver a clase. Nos dimos vuelta, y nos retiramos. Hicimos pocos metros, volteamos hacia atrás, pero tán rápido y misteriosamente como había aparecido, se esfumó. Llegamos justo a tiempo a la clase, sin ningún percance (salvo esas extrañas lechuzas que nos miraban con recelo).
Aún desconocemos quién era exactamente el ermitaño. Quizá, sea una especie de druida protector de los campos unlzianos y su fauna, que fue expulsado de su hábitat natural por las máquinas impertérritas que están construyendo el rectorado, teniendo que ser relegado a esa pequeña choza, donde se le aparece a descuidados estudiantes.
Otra hipótesis es que sea un alumno que está haciendo el curso de ingreso desde hace unas cuantas décadas, y no logra entrar.
Entre los miembros del E.R.U. circula la versión de que el susodicho está ahí sólo con fines lucrativos, y que cada estudiante que deja de verse con frecuencia por los pasillos de la facultad, es una pobre víctima del temerario ermitaño. También, es posible que sea un espíritu errante.

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